La huella traumática del acoso laboral
El acoso laboral está descrito desde la Organización Internacional del Trabajo como un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas. Conceptos como violencia laboral, hostigamiento, abuso, persecución, incluso su acepción en inglés como Mobbing (un término que seguramente has escuchado al menos una vez), todos están íntimamente ligados al fenómeno llamado acoso laboral.
Este se presenta de muchas maneras, tales como críticas infundadas, o la asignación de trabajos irrelevantes, la sobrecarga laboral, a veces incluso instrucciones contradictorias. También se puede reflejar a través de la asignación o retiro de responsabilidades de forma no consensuada, hasta actos de discriminación o exclusión; alcanzando fenómenos tan delicados como la difusión de rumores y la difamación.
Si bien cada caso es distinto, el acoso laboral puede perseguir al menos uno de tres objetivos: la sumisión (siempre conlleva un desequilibrio de poder), la represalia (a veces por haber cumplido con su trabajo y exponer malas prácticas, o bien, no haberse prestado a ellas) o la deserción, siendo este último la consecuencia más común en personas que han estado expuestas al fenómeno del acoso laboral por un tiempo considerable.
El acoso laboral es un espectro donde los comportamientos inaceptables pueden ir desde lo más sutil hasta lo más explícito. Puede empezar con pequeños matices en la voz, en el trato, aparentes pequeños descuidos, escalando en violencia e intensidad. El acoso laboral va desde la dimensión psicológica, pasando por la verbal y en el extremo se encuentra la física, que ya es muy difícil de negar. Desde manotazos en el escritorio, o lanzar cosas al piso, azotar las puertas, incluso el apuntar con el dedo o el gesto de empuñar, ya son evidencias de violencia laboral, aún si no hay contacto físico.
Es muy importante aclarar que el acoso laboral no es un evento aislado, de una sola vez. Los conflictos entre personas siempre existen, sin embargo para hablar de acoso como tal, es importante que cumpla el criterio de ser actos dirigidos a una persona (o grupo de personas) de manera sostenida en el tiempo.
Ahora bien, ¿qué pasa en la psique de una persona que ha estado expuesta por un período considerable de tiempo a este tipo de tratos en su centro laboral? Y no quiero poner un número de meses o años, porque cada persona percibe su realidad de manera distinta, y los eventos que vive le afectan también de forma diferente que a los demás. Sin embargo, la exposición a las conductas de acoso laboral deriva en: estrés crónico, desregulación emocional, problemas en las relaciones con otras personas, somatización (las emociones se reflejan en el cuerpo ya sea con dolor o con malestares), puede incluso detonar conductas de riesgo como adicciones o autolesiones; incluso puede causar en la persona problemas de identidad.
Todo lo anterior no son efectos menores, pues la persona termina sucumbiendo a la experiencia traumática que implica vivir acoso laboral, lo que puede afectar no sólo su salud mental, sino su bienestar de manera integral. Y de no tratarse, con el tiempo puede dar paso a enfermedades crónicas, síndromes complejos, además de alterar permanentemente la conducta de la persona, volviéndose evitativa ante ciertas situaciones, incluso podría desarrollar fobias con respecto a eventos que le recuerden la experiencia traumática vivida.
Mi especialidad es la Psicotraumatología, y he desarrollado un protocolo terapéutico para tratar a personas que han sufrido acoso laboral en algún momento de su vida. El objetivo es, primordialmente, la rehabilitación psicológica. Y de manera secundaria, pero muy importante también, la reinserción profesional de una manera digna, plena y segura.

